Traté de olvidar lo que vi, y me empecé a arreglarme para el colegio, pase mi mano por el cabello y sentí un líquido húmedo y viscoso, me vi la mano tratando de ver que era ese líquido, era sangre… me vi al espejo horrorizada, y todo mi rostro estaba igual, como si algo me hubiese salpicado. La sangre me corría por la cara, mi reflejo en el espejo se lamió los labios, saboreó la sangre y mostró una sonrisa siniestra, sínica.
No tuve valor para moverme, ni para gritar, me quedé ahí parada, sin mover un músculo. Me armé de fuerzas y me pasé la mano por los ojos, queriendo creer que es una broma de mi subconsciente.
Ya no estaba, la sangre ya no estaba, tome mi cuaderno de apuntes, cogí una manzana del refrigerador y salí, estuve tan atónita que olvidé despedirme de mi madre, apreté mi cuaderno para darme fuerzas y olvidar lo que vi, sabiendo que es imposible.
En el colegió, el profesor de biología nos mostró una imagen muy horrible para ojos normales, una de un hombre desfigurado, pero yo no sentía esa repugnancia que mis compañeros sentían.
Llegué a casa tratando de descubrir lo que me pasaba, vi el plato de comida que mi madre dejó para mí. No me dio hambre, pensé en dormir temprano, me acosté.
Luego de dos horas de no poder dormir, volví a sentir ese escalofrío estremecedor de la mañana, la puerta rechinó, se empezó a abrir muy despacio, sentí mucho miedo, me quedé quieta pensando que es el viento el que abrió la puerta, pero seguía atenta, en la situación que estaba no podía bajar la guardia, olía a sangre, alguien o algo se acercaba, una mano áspera acariciaba mi rostro, no era una mano, tenía una contextura parecida al látex. Estaba aterrada, nuevamente mis músculos, no los podía mover, había un monstruo tocándome y no podía actuar, saqué fuerzas de lugares que no conocía, tomé la lámpara de fierro que estaba en mi escritorio cerca a la cama, y lo golpié, fue un golpe seco, no escuché grito alguno, ni siquiera un gruñido.
Vi el cadáver, estaba desfigurado y con el cráneo roto, temblorosa y con todo el cuerpo bañado de la sangre del monstruo me vi al espejo y me lamí los labios, saborié la sangre, me gustaba, sonreí y recuperandome del estado sínico recordando qye lo que estoy haciendo fue una visión que tube en la mañana di un grito de extrema confusión, no pude creer lo que hice, y no sentía repugnancia de la sangre esparcida en mi cuerpo, y el temblar había sido causado por la confusión que me gobernaba, me puse en cuclillas para contemplar al monstruo. La imagen del monstruo desfigurado me parecía exageradamente tierno y excitante. Mi madre había subido sollozando, y me abrasó, tomé su mano y me despedí. Creo que hice lo correcto cumpliendo mi destino, haciendo lo que debía para mejorar esté planeta lleno de plagas de mediocridad.