Entonces la vi saliendo de la habitación presurosa, más de lo habitual, note que escondía algo, las manos le temblaban, tenía un cuaderno abrasado, como se tratase de esconderse tras él. Ni siquiera me dirigió la mirada, tomó algo dela refrigeradora, le tembló mucho la mano al tratar de girar la perilla para abrir la puerta que dirige a la calle, logró hacerlo, apretó más aún el cuaderno como dándose fuerzas para vencer miedos.
Me dirigí a la habitación tratando de excusar la actitud de mi hija y vi un desorden nada normal, supuse que salió demasiado apresurada y no pudo ordenar sus cosas, me fije en la hora y eran apenas las 7:10 am, y ella naturalmente sale a las 7:20 y con menos apresuró que el que mostró aquel día.
Llegué a las 7:00 pm, como todos los días después del trabajo rutinario que seme otorga en la oficina y vi la comida que le había servido para el almuerzo a ella, estaba intacto, ni siquiera lo tocó, sabía que algo andaba mal, pero no fui capaz de actuar.
Mi esposo había terminado de arreglar el jardín me preguntó dónde estaba ella para darle las buenas noches, le dije que en su habitación, y se dirigió allí. Entró muy despacio cuidando de que no la despertara en caso de que esté dormida, desapareció de mi vista tras pasar detrás de la puerta, me di media vuelta, con una sonrisa tierna y enamorada sabiendo que mi marido ama tanto a su hija, para lavar los platos del almuerzo. En el preciso instante en que toqué el primer plato hondo, escuché un sonido de golpe seco proveniente de la habitación de ella, no actué creyendo que cayó algo con la torpeza común de mi esposo, hasta que después de más o menos 10 segundos escucho un grito quebrantador de mi hija, y seguidamente empezó a sollozar de una manera inconsolable…
Corrí con lágrimas en los ojos escaleras arriba y vi muchas manchas de sangre en toda la habitación, mi hija veía al cadáver de su padre con una ternura que nunca había presenciado, el tenía todo el cráneo roto.
La abrasé con todas mis fuerzas sollozando y le pregunté qué sucedió, y me dijo: “madre lo siento, el destino ya me ha llamado, el universo quiso que fuese así” Sin entenderla caí al suelo vencida por el llanto y abrase a mi marido, no podía creer lo que sucedió. Retomé la razón traté de consolar a mi hija, pero ella no parecía necesitar consuelo, me tomó de la mano la besó, me dijo: “Gracias, cuídate y cuida a papá, te amo, el universo me necesita pera cumplir su propósito”.
Saltó por la ventana, y se perdió de mi vista entre los árboles.
-Joven Nafdorf no sabe cómo me arrepiento de no haber actuado y ayudado a mi hija cuando podía, perdóneme, ¡perdóname Dios!
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